LA ÚNICA COREOGRAFÍA
- Ambross S. Told
- 13 feb 2021
- 2 Min. de lectura
Y vivieron felices para siempre…. Este es el final feliz de todas las historias que le cuentan a una niña pequeña, con estrellas brillantes en lugar de ojos y anhelos estridentes que retumban en el universo entero. Y es que, ¿Cómo permitir que el cuento de hadas acabe tan pronto? ¿Cómo develar la oscuridad implícita en nuestro caminar emocional?
Te crees este cuento, confías en la sublimidad que te ofrece el mundo acerca del amor, te supera y ahora eres más que un elemento cualquiera, eres la repetición forzada de aquel personaje que escuchaste un día en la noche, mientras dormías en tu cama.
Ese antifaz te marca los pasos, sin darte cuenta, te mantiene bailando en la oscuridad. Movida por el ritmo de esa pieza musical a la que llamamos vida, de la mano y al compás de diferentes bailarines, distintas piezas y en múltiples escenarios. Parejas de baile a veces fugaces, otras un poco más duraderas, algunas especiales: con quienes nuestro danzar es sin igual, pero al final siempre temporales.
¿Temporal? Sí. Un día nuestro danzar va a acabar, la despedida se hará presente y el dolor que es requisito indispensable del amor, se presentará sin cautela oportuna. La oscuridad te arropará y la frialdad de la lluvia te abrazará por dentro. El miedo será tu compañero de sueños y la soledad tu bailarín elegido. ¿Olvidar? Sin duda querrás hacerlo, así como dejar de sentir…. Todo, absolutamente todo.
Esto no es parte de la coreografía, pensarás. Y, sin embargo, seguirás danzando. Sin poder explicarle, ese vacío, a tu corazón; tendrás que decir adiós. Malherida y con cicatrices, rota y descocida bailarás.
Pero entonces: una noche, perdida en la inmensidad de las estrellas y el aroma de los abetos frente a tu ventana; lo verás al fin. El fulgor de una estrella cayendo a toda velocidad a millones de años luz de distancia permitirá que las zapatillas vuelvan a encajar en tus maltratados pies. Ya no duele, al contrario, parecen ser justo lo que necesitabas: bailar con más fuerza y encontrar nuevamente tu ritmo.
Siempre fue así, siempre estuviste ahí: esa coreografía que creíste solo podrías bailar con tu compañero de baile, empieza a sonar para ti y ahora que solo tú estás ahí, es aún tan valiosa y tal vez más.
Permanecen toda la emoción y belleza que juntos construyeron esa tarde de Abril al iniciar su baile. Ahora es tu momento, ahora eres protagonista, hoy eres la coreógrafa de tu danzar.
El brilllo de tu movimiento será lo único perpetuo, el verdadero ejemplo del amor mismo y sin duda alguna la versión completa de este pilar de nuestra existencia. Espera, estruja, entrégate y ama; pero más aún quiébrate, abraza el dolor y vuelve a levantarte. Porque no hay mejor manera de saber que estamos vivos que morir amando.
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